domingo, 29 de mayo de 2011

La cárcel de San Miguel de los Reyes según Manaut (1939 - 1944)

Esto son dibujos y pinturas que José Manaut, pintor valenciano, profesor de Bellas Artes, hizo entre 1939 y 1944 en la cárcel de San Miguel de los Reyes  (Valencia), aunque algunos dibujos corresponden a Carabanchel y Porlier (Madrid).  Mirándolos se entiende, algo, el hacinamiento, el frío, la enfermedad y el tedio de los miles de presos.  Setenta años después no se puede precisar cuantos de ellos fueron fusilados, ni cuantos murieron de hambre y enfermedad ¿100.000? ¿250.000? sólo contamos con estimaciones. Los dibujos fueron cedidos por la hija del pintor (y la Fundación Manaut)  para ilustrar el documental "40 años y un día".  Acompaño los dibujos con fragmentos de una entrevista hecha a Marcos Ana, el 2007. Marcos Ana (nombre de guerra de Fernando Macarro) es escritor y  estuvo preso durante 23 años en las cárceles franquistas.


MARCOS ANA:  En la cárcel de Porlier se reunía a los que iban a fusilar de todas las cárceles de Madrid y de allí salían con camiones.  Los primeros meses, la gente cuando salía a ser fusilada pues gritaban, cantaban, daban vivas a la República... . Entonces, se inventaron  unos trozos de madera con un agujero en el centro para poder respirar y unas correas, y se lo ponían en la boca al que iban a fusilar para que no pudiera gritar.   Luego, al poco tiempo, ya utilizaban  una cruz de esparadrapo.



MARCOS ANA:  Cuando pensaba que me fusilarían me preocupaba pasar por esa vergüenza de no tener la entereza de salir en pie. Y ocurría muchas veces lo contrario, que personas que te parecía que eran más endebles se crecían,  saltaban sobre un petate y decían “camaradas…” y tal y  se despedían gritando. Yo pensaba sobre todo en salir bien porque era lo que me preocupaba, que si me llegaba esa hora final, que pudiera ser un ejemplo y no una vergüenza, no?




MARCOS ANA:  La gente me preguntaba “¿qué ha sido lo más difícil para tí?, ¿La tortura?, ¿Los años de cárcel?, ¿La separación de la familia?”, y yo les decía “No, lo más difícil para mí ha sido la libertad". Porque yo en la cárcel sabía vivir, era casi mi hábitat natural, era como un ladrillo más de la prisión, pero no estaba preparado para vivir en libertad y era como si me hubieran parachutado en un planeta extraño, y tenía que ir descubriendo la vida a tientas. Los ojos se me volvieron rojos porque estaban acostumbraos a distancias cortas  y verticales, y yo que quería salir al campo me mareaba como si me pusiera unas gafas que no fueran mías.

MARCOS ANA: Creamos pequeñas comunas, donde había cuatro o cinco presos. En los primeros tiempos de esos cinco compañeros o seis había uno nada más que recibía comida, que no era ni suficiente para él y la tenía que repartir entre cinco más.  fue un proceso para ir repartiendo solamente el hambre. Y además lo duro que era 
saber que tu familia se había quitado de su boca y de la boca de tus hijos para mandarte una pequeña cosa, una tortillita a la francesa, un huevo cocido o lo que fuera, y que  tenías que hacer luego cuatro trozos, no?


MARCOS ANA: Más que sobornar a los guardianes, había algunos que  sin ser gente de izquierdas ni muchísimo menos,  eran un poco más humanos. A lo mejor les dábamos pues... ¿qué te voy a decir? una caja para sus hijos, que estaba talladita y que la habíamos hecho allí. Además, había algunos que estaban muy cerca de nosotros y nos hacían  favores Y, si,  otros  se dejaban sobornar, no?  Por las familias o por nosotros directamente.


MARCOS ANA: El talón de Aquiles del preso era la familia. Cuando tú veías a un preso  paseando solo en el patio, era  un hombre que se había venido abajo porque estaba pensando en su familia, que sabía que su hijo estaba enfermo, que su mujer había dicho que estaban pasando hambre o que habían tenido que vender los colchones o qué sé yo, no?    Y luego, claro, había familias que llegaban y te animaban y había otras que  no es que estuvieran contra tí, pero te decían: “mira, por meterte en política, el drama de tus hijos, que como estamos -y tal y cual”, ¿Comprendes?

Autorretrato de Manaut

MARCOS ANA :  Había gente muy dura que por la noche lloraba.   Y compañeros que salían en libertad y se suicidaban. Yo me acuerdo de un escritor, Burgulecea, que era un hombre muy simpático, un gran escritor de cuentos, y la familia estaba pasando verdadera hambre. Yo le conocía mucho,  estaba nuestro petate muy cerca.  Él asistía a los cursos políticos,  mantenía la misma moral aparente que los demás. Pero luego, cuando salió y cuando no pudo resolver incluso los problemas de su casa después de lo que habían pasado, el pobrete terminó tirándose por el balcón.



MARCOS ANA: Mira, cuando estabas condenado a muerte, el momento más feliz es cuando por la mañana bajabas al patio, porque sabías que tenías por lo menos  doce horas de vida por delante, no?




MARCOS ANA:  La pena de muerte se llamaba La Pepa, "está con La Pepa" o "estoy con La Pepa", eso era popular. Y yo recuerdo que hice  una letrilla. La entonábamos  los presos cuando subíamos a las celdas, que era cuando subíamos de cara a la muerte,  y decía... (chotis)  “Es La Pepa una gachí/  que está de moda en Madrid / y que tié predile-ción por los rojillos/  Cuando viene esta mujer / a la Cárcel de Porlier / al más bravo se le arruga el solomillo/ Pepa, Pepa, / ¿dónde vas con tantísimo tío…”







MARCOS ANA: Y había una cosa muy original. Es que en aquel año, en el año 39,  recuerdo que los andaluces que había, comunes, eran los que tenían alguna comida porque en las familias robaban aceitunas de los olivares y mandaban paquetes. Bueno, pues por la mañana bajábamos como locos al patio porque había un mercado de huesos de aceitunas. !De huesos de aceitunas! Que estaban más limpias que una bola de billar, pero que se machacan, se hace una harina y se pueden comer.




MARCOS ANA: allí formamos un grupo de cincuenta y había un preso que era el cabo de esos cincuenta. Cuando formábamos él tenía que dar la novedad. Y decía: "cuarenta y ocho formados, dos muertos". Y esos dos muertos no eran los que habían salido a capilla para ser fusilados. Se habían muerto de hambre, de frío o de inanición...  pero todos los días. Moría mucha gente, claro! Efecto de las palizas y… de la desnutrición... ya lo creo.





MARCOS ANA:  En Ocaña un recluso que lo iban a fusilar murió de un cristazo. El cura le metió  un brazo del cristo en la en la cabeza. No sabemos porqué, si es que le insultaría o qué le diría al cura.
MARCOS ANA:  Nosotros fabricamos chivatos. Siempre había algun  voluntario.  Iba a Jefatura y se chivaba de algo que no fuera importante.  Hasta que un día  nos poníamos de acuerdo con él, le pegábamos cuatro golpes en la cabeza y bajaba echando sangre a Jefatura: “!Los comunistas, que me quieren matar porque se han enterao que yo les he dicho a ustedes que tal y que cual y tal!”. Y entonces  le llevaban a celdas para protegerle. Hombre, fíjate qué papelón! . Porque a lo mejor cuando cruzaba el patio general, la gente le gritaba “!cabrón, hijo puta!”. Ysin embargo era un hombre que estaba haciendo el más difícil de los trabajos.
 

3 comentarios:

  1. Unos dibujos preciosos, desgarradores algunos. Este hombre estuvo una temporada en París, pero su esposa no podía soportar las penurias económicas que vivieron y decidieron volver. Tuve la oportunidad de ver algunos de sus dibujos y de oir a su hija en el Instituto Francés de Valencia.

    ResponderEliminar
  2. El abuelo de mi padre estuvo años en esta prisión. Me ha impresionado encontrar este blog y estos dibujos testigos de tanta atrocidad. Un triste tesoro que agradezco hayáis decidido compartir. Me encantaría poder obtener más información sobre la prisión y sobre gente que estuvo. Gracias de nuevo

    ResponderEliminar
  3. Precioso blog e increíbles dibujos. Describen con gran tristeza la vida tan austera en aquella época dentro de prisión, las personas que dibuja parece que tengan vida propia y te quieran decir algo. Mi abuelo estuvo 4 años en San Miguel.

    ResponderEliminar