viernes, 19 de noviembre de 2010

Excitantes estampas eróticas


Mi propósito al colgar estas imágenes es puramente histórico, pero soy consciente de que pueden alterar a más de un lector o lectora. A ellos les recomiendo encarecidamente la lectura del siguiente texto:

“Funestas y deshonrosas son las consecuencias de las prácticas onanísticas.

Aún prescindiendo de las repercusiones deletéreas sobre la familia, debemos recordar que originan para la mujer disturbios en su esfera sexual; causan a veces graves enfermedades en sus partes genitales, particularmente infecciones de la matriz. Dichas infecciones pueden extenderse a los otros órganos inmediatos, pasar luego a la cavidad abdominal, penetrar en la sangre y, finalmente, causar la muerte.

En nuestros días no se pueden ya contar los miles de tumbas que han sido abiertas por los pesarios anticoncepcionistas. Las excitaciones provocadas en el organismo por la incontinencia sexual, tanto más peligrosas y perjudiciales son, cuanto más vivas sean y más frecuentes. Provocan la citolosis, esto es, disgregación de los elementos orgánicos y de las glándulas seminales; de ahí se sigue la postración del sistema nervioso. Esta postración, a su vez, debilita pronto el funcionamiento de todos los órganos, porque todos sacan su vital actividad de los centros nerviosos.

Por eso, una debilidad general del cuerpo acompaña siempre al onanismo, que implica repetidos abusos de las facultades genitales; vienen luego, muchas veces, la demacración, la amnesia, los trastornos neuróticos, la neuralgia, la parálisis, las palpitaciones de corazón, el estreñimiento, la esterilidad, la impotencia y, alguna vez, la muerte repentina por apoplejía.

(...) ¿Como explicar muchos dramas de la existencia humana: carreras truncadas, juventudes destrozadas, calamidades morales y físicas que se abaten sobre las familias? Por el pecado solitario, por el abuso precoz de la actividad sexual, ¡Cuantos jóvenes, de espíritu y corazón vacíos, de cuerpo anemiado y deshecho, de rostro pálido y surcado por hondas arrugas, de pupilas inmóviles y como muertas, caen victimas de su nunca refrenada pasión, y bajan al silencio de la lóbrega tumba dejando tras si por todo recuerdo una estela de impureza!”

Esteban Lamera, 1943. Grande y pequeño nido. Pía Sociedad de San Pablo.

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